miércoles, 23 de mayo de 2007

l'acordion

Jeanne Marie contemplaba las estrellas sin saber que era una de ellas, he imaginaba que tan majestuosas podían ser, hasta que de repente un triste y melancólico sonido interrumpió su imaginación llevándola a lo desconocido, llevándola a lo más profundo de su… corazón.

Joseph Baudelaire era un chico algo apuesto, triste y solitario; el cual solía tocar un viejo acordeón que, con sus tristes melodías llevaba a las personas a lo más profundo de su ser, a aquellos sentimientos y recuerdos reprimidos que por una u otra cosa habían sido olvidados a lo mejor por el daño que les hacían o por los momentos dolorosos a los que los solían llevar.

Joseph no siempre fue así, en algún momento de su vida fue un hombre alegre con ganas y deseos de vivir. A él le gustaba pasear por las calles de París ,asistir a la plaza Pergolese en donde solía disfrutar de la música, los mimos, el paisaje, los pintores y de aquella cosas pequeñas he insignificantes, pero maravillosas que se suelen encontrar en París.

Toda está felicidad se esfumo como Les grandes marées, que se esfuman con la luna al amanecer; no fue su culpa fue la del acordeón que lo eligió, que no soporto la idea de que
Joseph fuera un hombre feliz y afortunado.

El acordeón no solo era un viejo instrumento era... era más que eso, tenía alma propia, una alma infeliz que se alimentaba de el dolor de las personas, pero no de los dolores que solían transmitir de vez en cuando, si no de aquellos, aquellos que preferían olvidar y dejar reprimidos, para fingir que no sucedieron.

El día que Joseph perdió su felicidad había sido su mejor día, porque ese día le había mostrado todas las maravillas del mundo, toda la grandeza de la naturaleza y sobre todo las alegrías del maravilloso amor. Aquel día Joseph había encontrado el amor de su vida, se había encontrado a Marie una mujer de piel tersa morena de grandes ojos negros, que contenían una clase de brillo celestial que con el echo de mirarte te flasheaban dejándote atónito, pero con un gran sentimiento de alivio, alegría y tranquilidad, que sólo un verdadero amor sabe dar.

Al finalizar ese día de alegría Joseph caminaba hacia su casa ubicada en La Rue Des Cascades, algo lejos de la plaza Pergolese. Durante el camino iba pensando en Marie y su majestuosidad, hasta que un viejo decrépito que tocaba un viejo acordeón se le atravesó en el camino cambiando su vida para siempre.

Él jamás imagino que su vida daría un giro de 360º cuando se encontró al viejo, en ese momento el viejo lo miro con unos ojos de tristeza y segundos después se desplomo en plena Rue Des Cascades desapareciendo segundos después, dejando a Joseph y a el viejo acordeón solos.

Cuando
Joseph toco el acordeón sintió un escalofrío que le recorría todo el cuerpo que le calaba hasta los huesos inundándolo de tristeza y melancolía, sin saber el ¿por qué? de su melancolía. Sin embargo toda esa tristeza y melancolía no era de él si no del acordeón que alimentaba sus sonidos del dolor ajeno.

Cada nota reflejaba el dolor de cada persona, así como sus dolores y sufrimientos llevando a la gente a recordar aquellos momentos dolorosos de los cuales ya no se acordaban.

Marie sin embargo al llegar a su corazón se acordó de aquel jueves que había bloqueado, por el dolor que este le causaba, en donde su mayor felicidad se le había ido, en donde todos aquellos recuerdos de felicidad que había compartido se desvanecieron poco a poco para convertirse en momentos tristes que anhelaba repetir, aunque sabía que no volverían a pasar de verdad y, que la única forma de volverlos a repetir sería en su mente causándole dolor.

Ella no quería aceptar su perdida, aunque estaba conciente de está; ella tenía la esperanza de volver a ver a su grand-mère en su casa, verla cocinar. Ella sólo quería volverla a ver no en una foto, si no en persona poderle decir te amo abrazarla aunque solo fuera un segundo, un momento, un instante.

Mientras Marie recordaba lo que había en su corazón caminaba hacia Joseph sin darse cuenta, atraída por las notas. Al llegar a él miro el acordeón con rabia se lo arrebato de las manos, lo destruyó, para poder destruir toda la impotencia que sentía por no haber hecho lo que pudo haber hecho cundo su grand-mère estaba viva.

Al destruir el acordeón Marie rompió en llanto. Joseph al liberase del acordeón recupero sus alegría y le mostró a Marie lo maravilloso del mundo, además de enseñarle a revivir aquellos momentos de alegrías que vivió como lo que eran y no de otra manera como ella lo hacia.


Este pequeño cuento se lo quiero dedicar a mi abuela, que ya no esta aquí y que me dejo en un jueves sin decirme hasta luego.

Un consejo si quieren a alguien díganselo no se esperen a que ya no esté .

Posdata: Los quiero mucho a todos.


1 comentario:

Loen dijo...

Where did you hide yours?
If there is anything i can do, let me know it.
Loen

Como historia me gusto, pero pudiste sacarle mas provecho a la trama.

Leo